Hay que salvar a los cóndores, no porque tengamos necesidad de ellos, sino porque, para salvarlos, nos es preciso desarrollar las cualidades humanas que precisaremos para salvarnos a nosotros mismos.

Mac Millan

martes, 6 de agosto de 2024

Mujeres en la era atómica

 


               



Durante la Segunda Guerra Mundial unas 10.000 jóvenes mujeres trabajaron, sin saberlo, enriqueciendo uranio en un laboratorio secreto del Departamento de Energía, que formaba parte del Proyecto Manhattan, que produciría el arma nuclear que el gobierno del presidente Truman arrojaría sobre Hiroshima.  Estas mujeres operaban los paneles de control de los “calutrones”, unas máquinas que se usaban para separar los isótopos de uranio y así poder enriquecerlo y usarlo como combustible nuclear. Ninguna de ellas supo del destino de su trabajo.



 



 

 

Yoshue Harada

Misako Kannabe

Tomoko Nakabayashi

Shigeko Niimoto​

Suzue Oshima

Shigeko Sasamori

Masako Tachibana

Hiroko Tasaka

Atsuko Yamamoto

Michiko Yamaoka

Miyoko Matsubara

Todas ellas supervivientes de Hiroshima formaron parte de un grupo de 25 mujeres conocido como las señoritas de Hiroshima (Genbaku otome), que viajaron en 1955 a los EEUU para someterse a cirugías reconstructivas. Sus rostros quedaron desfigurados por queloides fruto de las quemaduras. Asimismo, al sanar las quemaduras de sus manos, éstas quedaron semicerradas como si fuesen garras. Estas mujeres, así como otros afectados por la bomba A, fueron llamados hibakusha, que en japonés significa "expuestos a la explosión".

Después de la bomba EEUU vivía la “fiebre del átomo” todo el futuro se presentaba “atómico”, vehículos, electrodomésticos, la electricidad provendría de centrales nucleares…

El 5 de mayo de 1955, un grupo de 25 mujeres jóvenes viajó a Estados Unidos. El sobrenombre específico que recibió el grupo —las señoritas de Hiroshima— ganó popularidad cuando las jóvenes fueron llevadas al Hospital Monte Sinaí de Nueva York para someterlas a múltiples intervenciones de cirugía reconstructiva. Este muy difundido giro de los acontecimientos fue en gran parte obra de Cousins, defensor declarado del desarme nuclear. Tobitt y C. Frank Ortloff, de la Sociedad Religiosa de Amigos, se encargaron del "problema extremadamente sustancial de los cuidados extrahospitalarios".

Las señoritas de Hiroshima trascendieron el círculo médico de las operaciones para ser convocadas por medios de comunicación y la televisión. En el programa This is your life presentaron el 11 de mayo de 1955 a dos de las señoritas de Hiroshima, con sus rostros ocultos a la cámara. En total se hicieron 138 operaciones quirúrgicas a 25 mujeres durante los 18 meses que estuvieron en Estados Unidos.

Ninguna de las mujeres de Nagasaki, igualmente desfiguradas por el lanzamiento de la bomba Fat Man el 9 de agosto de 1945, estaban en el grupo. No existió una organización benéfica similar que se ocupara de las víctimas de Nagasaki.

Las mujeres del “calutrón” y las señoritas de Hiroshima, nunca se conocieron.

Los autores de la barbarie nunca fueron juzgados. Algunos como Robert A. Lewis copiloto del Enola Gay, que arrojó la bomba en Hiroshima llegó a exclamar:  “¡Dios mío! ¿Qué hemos hecho? ¿a cuánta gente hemos matado?” Paul Tibbets el comandante de la nave, nunca sintió remordimientos por el bombardeo atómico.

 

 

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