Decrecimiento

 

 

 

Foto Juanca Gargiulo: Río de la Plata, en Foto semanal

1.

Volver atrás. Recular. Aprender del pasado. No es una cobardía, es una sensatez.  Me es muy grato, descubrir por uno de mis amigos, la existencia de un movimiento activo a favor del decrecimiento. Se puede vivir con menos, se puede vivir de modo diferente, se puede ser feliz contracorriente. Por desgracia la crisis especulativa y defraudadora está abocando a muchos a pensar.  Hacerlo con el estomago vacio es una tarea difícil, pero, por lo visto, con él lleno es imposible.

Las factorías no tienen porque sobrevivir gracias al incremento de la producción, más bien deberían hacerlo gracias a la calidad duradera de sus productos. Las personas no tienen más cuanto más compran, sino cuanto más comparten. El rico o el menos rico solo llevan puesto un pantalón, conducen un vehículo, encienden una luz,…  Reconocer los límites físicos es un buen comienzo.  Reconocer la connivencia con el establecimiento de injusticias amparadas en la cotidianidad, es otro paso. Esconderse en que el otro;  por ser más rico, más vago, de otro sitio geográfico, o … y por ello debe dar él el primer paso, es la huida menos creíble y más evidente de complicidad.  Cada individuo del sistema contribuye al aumento de los precios, al fomento de la violencia, al concurso de la mentira, a la permisividad de la injusticia, …

La sociedad se cambia desde dentro, desde el individuo.  Son las personas las que valoran un estilo de vivir frente a otro. Son los seres humanos los que asumen actitudes dignas o indiferentes ante los acontecimientos diarios. Salvo crueles y salvajes atropellos, hoy, la persona diluye el engaño o la ofensa, la infidelidad o la incoherencia en la normalidad. Seamos sinceros con nosotros mismos, lo excelente de la vida es tener con quien compartirla;  charlar, reír, sentarse en torno a una mesa, resolver los problemas con ayuda o ayudando… Asuntos que nada tienen que ver con disponer de ropa de marca, ir a viajes exóticos, lucir un gran coche o comer en un lujoso restaurante. Esforcémonos entonces por ser seres relacionales, volcados en los demás, preocupados por la justicia social, iniciemos un cambio de valores donde prime el ser humano frente a lo material.  

2.

Siguen empeñados en el crecimiento productivo y financiero, no solo los bancos y los estados, también los sindicatos y una parte de la ciudadanía. Es la insensatez de no conocer los límites. Las consecuencias de ese crecimiento materialista y no humano provocan la insatisfacción progresiva de la población. Un incansable incremento de los poderes facticos y mediáticos en la manipulación de la información sobre la sociedad, retroalimenta  sus ingresos dinerarios al margen de los problemas sociales.  Se olvidan de mencionar el desproporcionado destino del capital hacia tecnologías armamentísticas o entidades especulativas.

Lo importante no es que las fábricas produzcan más, sino que contaminen menos. Lo importante no es que los habitantes, saturados de objetos, los cambien y compren nuevos, sino que aquellos que no tienen accedan a ellos. El progreso no se mide por el número de casas, coches u ordenadores. 

Decrecer es un estilo de vida, un conjunto de actitudes maduradamente reflexionadas e interiorizadas.  Se puede comer menos carne. Evitar usar el vehículo en los desplazamientos. Reducir el salario proporcionalmente a la reducción de las horas de trabajo diarias. Eliminar segundas viviendas, no tener más que un coche por familia. Compartir el televisor, el ordenador, el teléfono.  

La calidad de vida se mide por la felicidad de las personas. En occidente la obesidad se está convirtiendo en una enfermedad contagiosa. El individualismo se fomenta con los objetos electrónicos personales. La relación social se reduce extraordinariamente a los más cercanos. Estamos deshumanizándonos, eso no es progreso, es retroceso.

3.

Acostumbrados a volar, miramos a la tierra desde arriba, con prepotencia. Con las manos manchadas y enfangadas en el petróleo adoramos el poder de su crecimiento. Engañamos a nuestros burgueses proletariados comprando gases a los pobres con tal que sigan siéndolo. Así repartimos,… sí, repartimos… no los réditos, sino las cargas de nuestra devastación. Evitando dejar aparcados los automóviles en el garaje, quitamos el plato de cereal a los hambrientos para llenar el depósito de etanol. Para mantener los precios en sus justas rentabilidades; inventamos cuotas y limites, destruimos excedentes sin poder agacharnos para atarnos los cordones de los zapatos.  

Somos ya producto de nuestro progreso y crecimiento, somos seres deshumanizados, modificados genéticamente, seres transgénicos, capaces de engullir y no comer, devorar y no ceder, acaparar y no compartir. Insaciables incluso con el afán de sobrevivir al envejecimiento. No deseamos límites, no los admitimos, abocados a ascender estamos dispuestos a olvidar la raíz de nuestra existencia. Se morirá la abeja y nadie se dará cuenta. Se secaran los ríos y acuíferos y canalizarán cada vez más allá.

El agua será el oro del próximo siglo, por ella matarán más que por el negro petróleo. Sus reservas sufrirán el calentamiento mientras el deshielo nos recordará que somos un 70 % agua, nada y a la vez todo.  Sufrimos la deforestación planetaria, y pretendemos desde nuestro sillón de nogal decirles a los famélicos que ellos no pueden cortar su leña, no al menos como nosotros, no les dejamos.

Es tan poco que no apagamos los mil luminosos al anochecer. Allí están el piloto rojo del televisor, del enchufe, del reloj,… No ponemos limitadores a los grifos, ni reductores a los contadores de agua, ni cogemos la bicicleta, ni  dejamos de comprar envasados, ni reutilizamos las pilas, ni evitamos los detergentes contaminantes, ni reciclamos el aceite, ni… ni… ni… al fin y al cabo sólo somos 7000 mil millones de habitantes. Es inevitable, de un modo u otro seremos conscientes de los límites. La extremada habilidad que disponen quienes crean opinión e ilusión, sigue dejando ciegos de egoísmo a quienes quieren crecer  y crecer hasta ser de mayores como los más altos.  

Todos no podemos ser ricos, entonces todos seremos pobres, tan pobres que no habrá sombra que nos cobije del sol ni agua que sacie nuestra sed.  Hoy todavía es evitable. Por los nietos de los hijos de mis hijos, al menos por ellos debería hacerme consciente de mi responsabilidad personal.

Fuente: el blog de Onible